“La educación popular debe ser el cuidado primogénito del amor paternal del Congreso… …renovemos en el mundo, la idea de un pueblo que no se contenta solo con ser libre y fuerte, sino que además, quiere ser virtuoso”.


Simón Bolívar

Angostura, 15 de Febrero de 1819.

miércoles, 18 de enero de 2012

LA FACETA CONSERVACIONISTA DEL LIBERTADOR


     Prof. Napoleón Hernández Sulbarán
Directivo - Sociedad Bolivariana de Venezuela
Municipio Carirubana - Estado Falcón
 
      Las inundaciones, fuertes aguaceros, talas, quemas e incluso los incendios que se producían de vez en cuando en el Ávila que Andrés Bello describió como dramáticos en su Silva a la Agricultura de la Zona Tórrida, todo ello lo presenció Bolívar y le dio una clara visión sobre la problemática ambiental. Visión que, unida a sus otras vivencias naturales de carácter bucólico y amable, lo unió a la naturaleza en una forma altamente emotiva, que tuvo en él una profunda respuesta de amor y de compenetración, y también de una inmensa capacidad para enfrentarse al medio ambiente natural. El grandioso panorama de la naturaleza le producía una impresión emocional extraordinaria, que le infundía variables reacciones anímicas, entre ellas la protección del ambiente que tan bien se refleja en sus decretos, bases del conservacionismo.
La faceta conservacionista del Libertador pudo desplegarse plenamente tan pronto terminó la guerra, y se inicia la fase de reorganización de las naciones libertadas, las cuales necesitaban salir de la pobreza y el atraso y descansar de los afanes de la contienda. En este sentido, Bolívar tuvo una clarísima visión sobre lo que debía hacerse para introducir aquellas reformas capaces de asegurar la prosperidad en el futuro. Entre ellas, la protección ambiental, que también se refleja en sus decretos que son las bases principales de su conservacionismo, como lo veremos en el análisis del célebre Decreto de Chuquisaca del 25 de diciembre de 1825, donde en sus considerados plantea:
1o. Que gran parte del territorio de la República carece de agua, y por consiguiente de vegetales para el uso común de la vida.

2°. Que la esterilidad del suelo se opone al aumento de la población, y priva entre tanto a la generación presente de muchas comodidades.
3°. Que por la falta de combustible no pueden hacerse, o se hacen inexactamente o con imperfección, la extracción de metales y la confección de muchos productos minerales, que por ahora hacen la sola riqueza del suelo.

Decreta:
1°. Que se visiten las vertientes de los ríos, se observe el curso de ellos y se determinen los lugares por donde puedan conducir agua a los terrenos que estén privados de ellas.
2o. Que en todos los puntos en que el terreno prometa hacer prosperar una especie de planta mayor cualquiera, se emprenda una plantación reglada a costa del Estado hasta el número de un millón de árboles, prefiriendo los lugares donde haya más necesidad de ellos.
3°. Que el Director General de Agricultura proponga al Gobierno las ordenanzas que juzgue conveniente a la creación, prosperidad y destino de los bosques en el territorio de la República.
4o. El Secretario General Interino queda encargado de la ejecución de este
Decreto.
Imprímase, publíquese y circúlese. Dado en el Palacio de Gobierno de Chuquisaca a 19 de diciembre de 1825.
Simón Bolívar

Pese a que este decreto no fue el único que el Libertador dictó allí, es el más conocido de los decretos conservacionistas bolivarianos, y también tiene más carácter de tal. Es que abarca la problemática del ambiente en un sentido más integral porque sus disposiciones, aunque dirigidas al buen uso y aprovechamiento de las aguas, se extiende también a la vegetación y a los suelos, por la estrecha relación existente entre todos estos recursos naturales dentro del ciclo hidrológico, que es aquel en el cual se basa cualquier programa de uso racional de las hoyas o cuencas hidrográficas.

Colocado este documento de Bolívar en la perspectiva actual, se aprecia que contiene, yacente y subyacentes, todos los rudimentos necesarios para ser considerado como un verdadero programa de ese tipo, mayormente en cuanto a la conservación de aguas y suelos y la reforestación. Una de las cosas que podemos destacar de este célebre decreto, es la siembra reglada y masiva de un millón de árboles que en él se ordena.
Este bien concebido programa de reforestación está destinado a la conservación de las aguas, que según deja ver el mismo decreto, eran escasas. Tal situación se debía a causas naturales, a la tala y la quema indiscriminada que producen un desequilibrio ambiental. También son importantes las medidas que propone el Libertador para acabar con la esterilidad de los suelos, donde contempla el aspecto de conducción de las aguas a lugares que carecían de ellas, lo equivalente al establecimiento de un sistema de riego con fines agrícolas y remediar la escasez de vegetales útiles.
Un análisis más profundo de este decreto -admirable en su contenido- permite comprobar que contempla todas aquellas áreas donde se centró la acción ambiental para lograr, mediante la conjugación de las actividades que se realizan en cada una de ellas, una ejecución efectiva y adecuada. Áreas como información e Investigación del Ambiente, Planificación y Ordenación del Ambiente, e Infraestructura.
En el caso de la Información e Investigación del Ambiente, el decreto contempla tal área al establecer que se visiten las vertientes de los ríos, se observe el curso de ellos y se determinen los lugares por donde puedan conducir agua a los terrenos secos. Se ocupa del aspecto Planificación y Ordenación del Ambiente al definir la utilización de los recursos naturales renovables y la ocupación de los espacios geográficos mediante programas de riego, lo cual le asigna a los suelos usos agrícolas, y propicia el aumento de población en esas áreas, antes improductivas.
Este Decreto de Chuquisaca se adelantó tanto a su tiempo que aún tiene vigencia, y marca caminos a seguir en el futuro. Todo ello muestra lo consciente que estaba El Libertador en cuanto a que el agua es el elemento esencial para la vida y actividades del hombre.
El análisis de estos decretos conservacionistas descubre la amplitud de la política ambiental bolivariana, que abarca todos aquellos renglones que constituían la problemática ambiental de la época; contemplaban soluciones concretas y muy adelantadas a su tiempo. Eso demuestra que Bolívar tenía amplios conocimientos sobre la naturaleza, y estaba al tanto del importantísimo papel que desempeñan los recursos naturales en la vida de los humanos y en el desarrollo de los pueblos.
El Libertador se proponía lograr el objetivo máximo de obtener el mayor grado de bienestar humano, mediante una calidad de vida mejor, pues era perentorio en aquellos momentos cuando los pueblos hispanos de la América del Sur se hallaban sumidos en la pobreza y el atraso a causa de la guerra de Independencia, y sus caducas estructuras necesitaban ser reemplazadas por otras más modernas y más adecuadas a sus nuevas formas de vida.
Este mensaje de Simón Bolívar vibra en todos sus decretos conservacionistas, y su eco nos llega desde las empinadas cumbres, desde las inmensas llanuras, desde los caudalosos ríos y desde los largos caminos que forman el bello paisaje de Venezuela.-